Me invitaba a escuchar jazz,
a dejarme llevar por las líneas del contrabajo.
La lentitud de aquel octubre
me enseñó a apreciar
los matices de la voz,
los colores del piano.
Como una noche presentida,
sin vasos ni alcohol,
paseamos por callejones desconocidos,
como una tentación que no entiende de maneras.
Sin poder resistir.
Déjate llevar, yo te guiaré.
Como dos locos intentando mantener el equilibrio.
Cerrábamos las salas,
buscando un segundo más de conversación,
un último acorde antes del adiós.
Un último motivo que me lleve a no dormir esta noche.
Otra noche más sin ti,
como un funambulista perdiendo el equilibrio.
La lentitud de aquel octubre
me enseñó a apreciar
los matices de tu voz,
la suavidad
de tus manos.