jueves, 17 de noviembre de 2011

Martes, 15 de noviembre, Santiago.

No recuerdo ningún noviembre como este,
tan lleno de ausencias, de niebla, de cristales mojados.
Jugando a ser héroes en las calles más apartadas y oscuras de la ciudad.
Yo no sé cómo he llegado a esta esquina,
a esta curva que destroza las rectas de mi pasado,
a este vértice de sentimientos encontrados,
de silencios que se han cansado del silencio,
de secretos que se intuyen en el aire. Vuelan.
No recuerdo ningún martes como este,
tan frío, con ese espectro de luz
que hace ver los sentimientos con matices diferentes.
Esa sensación de nunca haber estado.
Y ahora sólo sé que a pesar de tantos años, del engaño,
ocultando mis verdades,
a pesar de todo el tiempo que invertido en estas calles,
me estoy acercando de nuevo
a otro de esos cruces, donde el destino vuelve
a ser un niño, a disculparse por la cobardía
y los círculos inventados.
No recuerdo ningún instante como éste,
en el que tuviera tan claro no volver
a las tradiciones de mi pasado.