jueves, 23 de febrero de 2012

Volando a través de una canción pop


A un buen amigo

Una canción te puede transportar a un momento único en el pasado.
Recuerdo aquella noche como una hora irrepetible,
feliz, con ganas de echar a reír, vivir,
de hacer locuras y retar al tiempo,
pensado que nunca, nunca seriamos invencibles.
Y sin embargo ahora...

Hoy hace años de entonces (ocho),
febrero de confidencias en la habitación.
Nieve, aviones, teatro y ciudades.
Imagino que todos llevamos algo de aquel viaje
en nuestro cuerpo, a nuestras espaldas.
Yo desde entonces veo la vida desde otro prisma,
me fijo en los pequeños detalles,
en los pequeños gestos que nos hacen diferentes.

Reconozco la melodía, con la misma viveza que la primera vez.

No sé por qué a veces recuerdo aquella noche,
aquel tranvía y los disfraces.
Hoy, esperándote en esta esquina de la vida,
en un rincón de este bar,
me he descubierto recordando de nuevo,
impulsada por las notas, por este compás.

Tiene ritmo esta canción pop.

Te conozco desde hace tanto y tan poco tiempo amigo.

Espero que sigamos la música, el equilibrio del destino.
Yo sé que no olvidaré las líneas de voz
que hace ya tantos años empezamos
a dibujar en pentagramas compartidos.

De aquello hace ya tanto y tan poco tiempo amigo.

A veces el tiempo vuela
inundando todo de nostalgia,
contando la historia de mi vida,
haciendo destrozos en las costuras.
A veces, a veces el tiempo quema.

lunes, 20 de febrero de 2012

Escritura automática a altas horas de la noche

La vida, a veces sin avisar,
un contratiempo,
un redoble de tambor cercano
en cuerpos inundados de ausencia.
Necesito encontrarme con la ciudad,
volar por sus calles, meditar en sus bancos,
ver parejas sin miedo
amarse en los parques,
en la playa
en cualquier esquina.
Necesito encontrarme,
descubrir otros miedos,
respirar en lugares conocidos
sueños de papel.
Necesito saber que algún día me iré,
que a veces no aprovecho
el poco tiempo que tengo,
que a veces me muero de pena
apenas sin querer,
sin tener un porqué.

Escritura automática
a altas horas de la noche.
Trece de enero. 

Mañana aprenderás muchas cosas.

Las farolas alumbraban la calle

Las farolas alumbraban la calle,
dejaban un sabor extraño en el aire,
un sabor de invierno y zumo de naranja.
Las ramas aun sin hojas arañaban el viento
y allí, a lo lejos, se intuía la oscura noche
de las montañas, la soledad de la tierra
y los caminos sin asfalto.
En esos lugares en los que me enseñaste
a mirar las estrellas, a descubrir Orión.
Esas noches a las que vamos sin querer.
Cinco minutos más de espera
bajo estas luces naranjas y después,
después el mar.