jueves, 13 de octubre de 2011

Misterios del pasado

He estado pensando en todos los momentos que vivimos juntos,
desde aquel primer beso en tu calle, después de clase,
con los coches pitando y el ruido de botellas
que se rompen en la lejanía.
Recuerdo los nervios del momento,
la noche y las farolas de tu barrio,
el escalofrío que recorría nuestros cuerpos.
Recuerdo tu guitarra en el suelo,
el motor apagado,
el frío de enero en nuestros brazos.
Tu sonrisa callada
y otro coche pasando.

Recuerdo aquel concierto de Andrés Suárez,
abrazados al fondo, en la barra,
bailando con el futuro.
Tu gabardina de cuero. Tu beso de despedida.

Recuerdo tu voz, tus manos,
el disco de Bryan Adams.
La Torre Eiffel.

Recuerdo tantas cosas…

Me quedo con la primera noche
en el sofá destartalado,
con no dormir e irme a clase,
despertándome con tus besos, caricias y abrazos.
Con las ganas de volver a verte
escapando de mis horarios.
Con las tardes de cine
y las películas que nunca acabamos.

Regreso a aquel verano
en el que perdí mis miedos,
el terror a sentir,
a escribir cientos de letras.

Vuelvo a aquel tren,
al largo paseo marítimo,
a la habitación de nuestro hotel.
El tiempo de agua en aquella bañera,
nuestros orgasmos de diciembre.
Doce meses a tu lado.

Renovamos las horas, transformamos la arena,
inventamos relojes de semanas enteras.
Confiamos en nuestra manera de sentir,
en todas las canciones de Antonio Vega.
Llegó mayo y después otro verano
y volvimos a huir,
a encontrarnos con la luz de aquel faro.

Y hoy, volviendo a aquella torre,
me he dado cuenta de todo el tiempo que ha pasado,
de cómo vuelan los años.
Hoy, volviendo a aquella torre,
he descubierto los misterios del pasado.