lunes, 31 de enero de 2011

"A mil kilómetros del sur": II-Como una estatua en el parque.

Como una estatua en el parque, ahí estás tú,
inmóvil, pétreo,
sin saber cómo moverte.
Sin poder acercarte a mí,
sin darme el abrazo que llevo esperando
todo este viaje.
Como dos estatuas en el parque,
estáticos, inertes.
Los niños nos miran sin saber por qué estamos tan parados,
detenidos probablemente en el pasado.
La claridad de tus pupilas
perdidas en el estanque de mis ojos, 
pensamientos que juegan en los vaivenes de la memoria.
Y yo sonrío, intentando cortar el viento que nos separa.
Como dos estatuas en el parque,
cansadas de mirarse sin saber qué decirse.
Te acercas,
despedazando los segundos que hay entre nosotros,
olvidando los mil kilómetros de los últimos cinco años.
Sin preámbulos destrozas mi armadura,
sin prólogos comienza mi locura.

jueves, 27 de enero de 2011

"A mil kilómetros del sur": I-Reincides.

Puede que el mundo haya girado
a la misma velocidad durante millones de años,
que el universo se expanda hasta límites insospechados
y las galaxias jueguen a intercambiarse estrellas.
Puede que el espacio limite nuestros actos
y que el tiempo sea una trampa mortal,
ya sabes que las dimensiones a veces nos engañan.

Creías que no caerías en la trampa, que tu corazón esquivaría
los ataques intencionados del pasado,
decías ser fuerte e inmune a los juegos de tres.
Sin embargo esta vez tus pasos te han traicionado,
te han llevado a caminos insospechados,
a lugares a los que jurabas no volver.
Reincides, una y otra vez, en esos labios,
reincides y te pierdes en los relieves,
en los surcos que marcan la piel.
Te pierdes en los recuerdos.
Descubres los secretos del temblor,
las caricias más prohibidas,
el eco de los susurros dichos a media voz.
Las ganas de coger trenes a media noche,
de huir a mares de sirenas,
de probar suerte en el sur.
Y juegas todas tus cartas,
y vuelves a las viejas postales,
a los sueños de manzana.                              
Reincides, en un universo paralelo,
en esa cuarta dimensión,
las maletas te esperan,
en silencio cierras la puerta.
En dos días estarás en el sur,
en tu Mediterráneo de color azul.

miércoles, 26 de enero de 2011

Mañana será un gran día

Si mañana fuera el día de mi muerte,
dedicaría toda la noche a escribir versos
que hablaran del sentido de la vida.
Desvelaría todas las cosas que nunca he dicho,
escribiría más de cincuenta te quiero
e innumerables serían las gracias
a todos los que han estado en alguna de mis páginas.
Me acordaría de mis padres,
de mi hermana,
de los amigos que siempre han estado,
de las personas que
algún día
me dejaron sin aliento por ser tan maravillosas.
De mis abuelas, que siempre están conmigo,
de las calles de Santiago, de profesores,
primeros besos y últimos abrazos.
Recordaría tus palabras,
nuestras noches de conciertos y la música.
Olvidaría mis contradicciones,
mis miedos a las migrañas,
a tener de nuevo ansiedad
y a perder parte de mi vida
casi perfecta.

A veces vemos las cosas bajo lentes divergentes
que aumentan el tamaño de los problemas
sin darnos cuenta, a veces
magnificamos hechos magníficamente insignificantes.

Pero si mañana en vez de muerte
descubriera de nuevo la vida,
no dudaría en decir te quiero,
te necesito o te he echado de menos.
En preocuparme menos
por los hechos insignificantes
y en disfrutar más
de los minutos de mi tiempo.
Cantaría,
estudiaría (más),
hablaría y saltaría,
incluso haría más ejercicio.
Reiría y lloraría de emoción
al ver las pequeñeces de la vida.
Rompería mi escudo de indiferencia.
Visitaría más a mis abuelas,
daría abrazos a mis padres
y volvería a jugar con mi hermana.
Te daría todos los besos que mereces
y no volvería a faltar a ningún concierto.
Viajaría
y seguiría descubriendo a gente que me deje sin aliento.

Mañana…mañana será un gran día.


jueves, 13 de enero de 2011

Miraremos el pasado con distinto color...

Miraremos el pasado con distinto color,
con la perspectiva de los años
y el desgaste de la experiencia.
Será como volver a leer una novela,
como ver una película por décima vez:
aunque conozcamos de sobra los diálogos
siempre habrá novedades en las escenas.
Sin necesidad de guión ni de finales estipulados,
libres de críticas y reseñas,
tocaremos melodías de recuerdos,
acordes que nos transporten a principios de siglo.
Recuperaremos páginas de momentos cotidianos,
de noches inolvidables,
de tristezas y alegrías,
de canciones improvisadas para decirnos tanto.
Y aunque algún día de madrugada
olvidemos cómo se baila bajo la luna,
siempre habrá un cine abierto
que proyecte nuestros fotogramas.