y yo siento tu boca.
Esos labios cercanos
en los que descubrí mis maneras,
en los que perdí la vergüenza.
Sin prisa, a oscuras,
aparcados en la mejor de las calles,
a punto de arrancar hacia otro encuentro
algo más improvisado y pasional.
Pasa la tarde
y la noche
y pasa mi vida.
Y tú preguntas algo acerca del tiempo y del espacio,
de la importancia de los días,
y poco a poco,
como quien huye de la soledad,
dibujamos nuestro futuro en el vaho del cristal.
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